Fue a raiz de su visita a Lima el año pasado (no asistí al evento) y por comentarios y reseñas que hablaban sobre lo impredecible de sus presentaciones (más performances que conciertos propiamente dichos) que decidí darle una oída a Bestial Burden (Sacred Bones, 2014), engendro más reciente de la artista neoyorquina Margaret Chardiet (a.k.a. Pharmakon). Debo decir que este tipo de electro ruidoso y beligerante (al que por su nivel de intensidad se le conoce como power electronics o death industrial) no forma parte para nada de mi habitual menú musical, pero habiendo llegado por pura curiosidad a este álbum debo decir que hay un elemento repulsivo pero al mismo tiempo atrayente -de un modo bizarro- en estas 7 ¿canciones? que lo conforman. Debo empezar señalando que la música contenida aquí no me pareció tan densa como me la imaginaba a priori, pero de todos modos no es algo que resulte fácil de digerir y para lo que hay que estar predispuesto: bases industriales ruinosas y rechinantes, de esas que te taladran impiadosamente el tímpano, sumadas a la visceral actuación vocal de Chardiet, que gime, grita y gruñe como poseída hasta el límite de lo tolerable ("Primitive Struggle" incluso lleva esa idea al extremo al oírsele vomitar) hacen de Bestial Burden una experiencia asfixiante e incómoda, lo cual asumo que es la premisa que su creadora tenía en mente al grabar el material (una suerte de catarsis por una enfermedad que la tuvo postrada durante meses y que casi la mata) aunque siendo sincero todo este histriónico despliegue me resulta memorable solo por lo fuera de lo común de su naturaleza; si bien es bueno abandonar de cuando en vez la zona de confort en la que habitamos a nivel musical y arriesgarse a oír cosas de carácter más edgy, en este caso me es difícil encontrar un disfrute consciente (que es lo que busco en la música, por si quedan dudas) si no contamos el desubicadísimo cover del "Bang Bang" de Cher (que muchos conocen más por la versión de Nancy Sinatra que Tarantino uso en Kill Bill) que cierra el disco y que cobra tintes de broma pesada, ya que no tiene nada que ver con todo lo oído previamente, que es fácil lo más retorcido que he escuchado desde el tenebroso The Drift de Scott Walker. No apto para almas (y estómagos) sensibles.
LesterStone
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