miércoles, 27 de enero de 2016

Frank Zappa & The Mothers - Roxy: The Movie (2015)


Después de la muerte del gran Frank Zappa en 1993, fueron su viuda Gail (que falleció en octubre del año pasado) y sus hijos, mediante el llamado Zappa Family Trust, los que se encargaron de administrar el legado y las finanzas del prolífico compositor y guitarrista norteamericano, lo que incluía no solo las reediciones de los álbumes que lanzara en vida, sino principalmente el lanzamiento periódico de parte del cuantioso material que Zappa dejara inédito en las bóvedas de su hogar californiano. Dentro de estos inéditos se cuentan álbumes en vivo (que abarcan varias épocas y varias formaciones de las muchas bandas que tuvo), compilaciones, out-takes y algo de sus trabajos en su faceta orquestal e instrumental. Quizá el apartado audiovisual era algo en lo que la familia Zappa no había profundizado mucho en los últimos años, pero con el lanzamiento de Roxy: The Movie (2015) de algún modo se salda una deuda con los fans del bigotón. Este legendario material en directo grabado en 1973 estuvo durmiendo el sueño de los justos por todo ese tiempo, pero es gracias a la tecnología actual disponible que recién hace unos pocos años se pudo iniciar la labor de restauración de las cintas, lo cual sumado a un buen trabajo de edición (que hace uso acertado de las cámaras que registraron el evento) hará las delicias de los fans, ya que aquí se ve representado de gran forma uno de los mejores momentos de su carrera, en el que gozaba de popularidad por una serie de notables álbumes editados a inicios de los 70 (el periodo que va de Chunga's Revenge a Over-Nite Sensation) y que se prolongaría hasta finales de esa década.


Recuerdo que cuando hace buenos años me interesé en la música de Zappa por algunas cosas que le había oído (creo que We're Only in It For The Money fue el primer disco suyo que me compré), pregunté en un foro de internet con qué otras cosas podía seguir. "Puta, acabas de cavar tu tumba" me respondió un avisado usuario y no sin razón; con eso se refería no solo a la enorme discografía del bigotón (ya ubicable en ese momento por internet), sino a lo ecléctico de su obra, que abarca jazz-rock, blues-rock, doo-wop, música experimental y muchos otros géneros más. Escuchando y leyendo poco a poco más cosas de él, me llamó la atención su sardónica y muy lúcida visión sobre el mundo y obviamente su trabajo musical, sobre todo aquel lanzado en el periodo de 1966-1975, que es para muchos en el que editó su obra más valiosa. Remontándonos a la época, para mediados de 1973 Zappa decidió apartarse del formato de big-band jazz con el que experimentó en LP's como Waka/Jawaka y The Grand Wazoo y había vuelto a escribir material más rockero y con un formato más simple y radial (aunque siempre muy a su estilo, lo que se puede oír en Over-Nite Sensation), además de armar una nueva formación de los Mothers, que lo acompañaría por un par de años. Con esa nueva alineación materna (George Duke en teclados, sintetizadores y coros; Napoleon Murphy Brock en voces, saxo y flauta; Tom Fowler en el bajo, Bruce Fowler en el trombón; Ruth Underwood en la percusión y la dupla de bateristas Ralph Humphrey y Chester Thompson) se presenta en el legendario club Roxy de Los Angeles del 8 al 10 de diciembre de 1973, shows que serían grabados y filmados y de los cuales se terminaría editando Roxy & Elsewhere (1974), quizá el mejor registro en vivo zappiano de esa época. Siempre que escuchaba ese disco, si bien disfrutaba mucho de las logradas performances de la banda, echaba un poco en falta una contraparte visual, ya que en esos conciertos Zappa y su troupé interactuaron mucho con el público y manejaban un peculiar despliegue escénico, lo cual llevaba a quien lo escuchara a hacer un ejercicio forzoso de imaginación y visualizar mentalmente lo que en el disco se podía oír. Roxy: The Movie aparece más de 4 décadas después de dichos conciertos y con la idea de poder llenar en parte ese vacío, ya que su tracklist está pensado como complementario a Roxy & Elsewhere y no todos los temas incluidos en dicho LP se encuentran aquí y viceversa. Lo que me llama más la atención del registro (y es algo que ya se podía deducir de los discos en estudio de ese periodo) es lo jodidamente afiatados que sonaban los Mothers en concierto: al margen de que hay espacio aquí para pasajes de blues-rock como "Cosmik Debris" y algo de funky-rock en "I'm The Slime" y "Penguin in Bondage" (este último con Zappa ejecutando un hilarante footwork), es increible ver al conjunto tocar las complejas y estrambóticas composiciones del bigotón -las que privilegiaban su lado jazzístico- con gran soltura y pericia, en las que incluso los solos (todos los instrumentos tienen su momento para brillar, todos) están totalmente ensayados e integrados dentro de los temas, como dejando en evidencia el carácter obsesivo y perfeccionista de Zappa. Es así que momentos como la ralentizada versión de "Inca Roads" (que grabaría en estudio recién un par de años después), "Dog/Meat" (medley de sus célebres themes "The Dog Breath Variations" y "Uncle Meat"), "RDNZL", "Big Swifty", "Echidna's Arf (Of You)" y "Don't You Ever Wash That Thing?" me resultan acojonantes por el enorme grado de cohesión que la banda muestra, siempre bajo las órdenes de Zappa, que los dirige a su antojo con sus clásicos movimientos de las manos, no solo en lo musical sino en cuanto a ofrecer un espectáculo que incluye pasos en escena y cuotas de humor (p.ej: Zappa y Brock siendo acicalados en escena como el Luis Miguel de JB). Dentro de esta formación -en la que todos la rompen- se destaca la participación de Napoleon Murphy Brock, que cumple a cabalidad su papel de frontman excéntrico y con algunos histriónicos solos de saxo y flauta, pero sobre todo de George Duke, que desde sus teclados se erige como el sideman ideal, aportando voces, algunos inspirados solos jazzeros y hasta un gracioso scat en "Be-Bop Tango (Of the Old Jazzmen's Church)", tema en el que organizan un bizarro concurso de baile  y suben varios asistentes a escena para tal fin (incluyendo a la célebre groupie Pamela Des Barres), el cual culmina en un ruidoso desmadre que hay que ver para creer.

Para ir culminando y como ya señalé lineas arriba, hay temas de Roxy & Elsewhere que al no haber sido grabados en los shows del Roxy no forman parte de este lanzamiento (editado por Eagle Vision en DVD y Blu-Ray) y que me hubiese gustado ver, como "Village of the Sun" o "More Trouble Every Day", pero es solo un reparo bastante menor: el material (que trae además 3 temas bonus y las tapas de buena parte de la discografía de Zappa) es lo suficientemente entretenido como para atraer no solo a los fans sino a quienes quieran empezar a conocer algo de su obra ya que, en lo que a nivel visual y musical se refiere, me parece un estupendo punto de partida. Recomendado.

LesterStone

Trailer:

viernes, 22 de enero de 2016

Pharmakon - Bestial Burden (2014)


Fue a raiz de su visita a Lima el año pasado (no asistí al evento) y por comentarios y reseñas que hablaban sobre lo impredecible de sus presentaciones (más performances que conciertos propiamente dichos) que decidí darle una oída a Bestial Burden (Sacred Bones, 2014), engendro más reciente de la artista neoyorquina Margaret Chardiet (a.k.a. Pharmakon). Debo decir que este tipo de electro ruidoso y beligerante (al que por su nivel de intensidad se le conoce como power electronics o death industrial) no forma parte para nada de mi habitual menú musical, pero habiendo llegado por pura curiosidad a este álbum debo decir que hay un elemento repulsivo pero al mismo tiempo atrayente -de un modo bizarro- en estas 7 ¿canciones? que lo conforman. Debo empezar señalando que la música contenida aquí no me pareció tan densa como me la imaginaba a priori, pero de todos modos no es algo que resulte fácil de digerir y para lo que hay que estar predispuesto: bases industriales ruinosas y rechinantes, de esas que te taladran impiadosamente el tímpano, sumadas a la visceral actuación vocal de Chardiet, que gime, grita y gruñe como poseída hasta el límite de lo tolerable ("Primitive Struggle" incluso lleva esa idea al extremo al oírsele vomitar) hacen de Bestial Burden una experiencia asfixiante e incómoda, lo cual asumo que es la premisa que su creadora tenía en mente al grabar el material (una suerte de catarsis por una enfermedad que la tuvo postrada durante meses y que casi la mata) aunque siendo sincero todo este histriónico despliegue me resulta memorable solo por lo fuera de lo común de su naturaleza; si bien es bueno abandonar de cuando en vez la zona de confort en la que habitamos a nivel musical y arriesgarse a oír cosas de carácter más edgy, en este caso me es difícil encontrar un disfrute consciente (que es lo que busco en la música, por si quedan dudas) si no contamos el desubicadísimo cover del "Bang Bang" de Cher (que muchos conocen más por la versión de Nancy Sinatra que Tarantino uso en Kill Bill) que cierra el disco y que cobra tintes de broma pesada, ya que no tiene nada que ver con todo lo oído previamente, que es fácil lo más retorcido que he escuchado desde el tenebroso The Drift de Scott Walker. No apto para almas (y estómagos) sensibles.

LesterStone

Óyelo aquí (si es que te atreves):

miércoles, 20 de enero de 2016

Cementerio Club - Tiempo (2015)


Puede ser que las actividades profesionales y/o extramusicales de sus miembros (que son al final las que pagan las cuentas) o algún tipo de desencanto con la escena de rock en el Perú les hayan terminado pasando factura, lo cierto es que fue -y aún es- evidente la poca actividad que Cementerio Club (uno de los conjuntos insignia del pop-rock peruano de la última década y media) ha tenido como banda en estos últimos años: conciertos esporádicos y sólo un disco editado desde el 2007 (el cumplidor Bailando en el muladar), para dedicarse a lanzar algunos singles de cuando en vez, lo que tendría que ver con la constatación de que cada vez ese formato va reemplazando más en el interés de la audiencia a los álbumes y que resulta bastante más práctico, algo de lo que muchos músicos locales -tanto nóveles como con trayectoria- han tomado nota, editando canciones sueltas o EP's en plataformas digitales como Bandcamp, Soundcloud o Spotify, algunos de ellos sin considerar la idea de hacer ediciones físicas o haciéndolo de forma muy reducida. De los compositores principales de CC, sin duda ha sido José Arbulú el que ha estado más activo en ese tiempo, no solo al editar su trilogía Salta (EP's de buena factura que en policromática presentación aparecieron entre el 2011 y el 2013), sino en su rol como profesor de la escuela de música de la UPC y apoyando a algunos jóvenes valores como Melissa Cabrera y Micaela Salaverry. Por su lado, Pedro Solano editó Rocanrol Punche en el 2011, un EP de relajado carácter y una especie de carta de amor al estilo más clásico dentro del género, pero metiéndole más punche (chiste monse #1) a su destacada labor dentro del derecho ambiental, de cuya sociedad es director en nuestro país. Pero como ya mencioné líneas arriba, poco del grupo en estos últimos años.

Tengo mis dudas en considerar a Tiempo (2015, editado por Lamparín Producciones, sello del grupo y con el que han editado todos sus discos) como el "nuevo álbum" de Cementerio Club, ya que es más bien un CD que recopila de forma física los singles que han venido lanzando de forma digital desde el 2007 hasta el año pasado más algunos inéditos. El lapso en el que este material ha sido grabado podría verse como una dificultad si es que se trata de juzgar el disco como totalidad ya que este podría parecer disperso, pero la verdad es que no es así: desde Vacaciones en Mediocielo (2003) se notaba en CC las ganas de hacer canciones más sencillas y poperas, lo cual no sólo resultó en un par de temas emblemáticos ("Inmortales" y "Esfera de Cristal") sino en un periodo en el que disfrutaron las mieles de la difusión mediática y el éxito, con un premio MTV Latino incluido. Dicha apuesta se mantuvo con Bailando en el Muladar (2007), aunque -a mi gusto- a un nivel un poco menor en lo compositivo y lastimosamente ya con poca o nula rotación en radios (mal endémico que sigue aquejando al rock peruano), pero ya era notorio que ese viraje emprendido hacia un estilo más ligero y accesible era lo que guiaba hacia puerto a este barco viejo y de casco carcomido por el viento (chiste monse #2). A lo que quería llegar con este floro era que el hecho de que la mayoría de los temas incluidos en Tiempo hayan sido pensados en su momento como singles (con la idea de inmediatez y pegada simple que ello conlleva) hace que el disco parezca una suerte de "greatest hits", de esos que van directo al grano tanto en sus pasajes de mayor energía (las vitales "Luces de Neón" y "Llevas mi fe", que datan del 2010), los de pop-rock dulce ("Tiempo", "EAEETOOV" y "Sangre en la Piel") y las habituales incursiones meditabundas de Arbulu ("Viaje Interminable" y la acústica "Simplemente Pasa (El Amor)"), lo que sumado a su corta duración (9 canciones, 31 minutos) conspira para hacer de este disco un instant pleaser a los oídos de quien esto escribe. Quizá ese cierre con "Navidad" parece un poco inacabado en su brevedad y le tengo reparos a la versión de "La esquina es la misma" (original de los subtes ochenteros Zcuela Crrada; un homenaje al desaparecido Edwin Nuñez), que no me gustó mucho cuando la lanzaron, pero que con este ropaje jangle-pop funciona dentro del álbum, así la letra suene un tanto forzada y fuera de lugar en este nuevo contexto. De lo escrito se desprende que Tiempo (cuya portada es el guiño menos sutil a los Beatles de un grupo con varios guiños a los Fab Four en su haber) tiene un nivel satisfactorio y debería ser del agrado del aficionado promedio al pop-rock local y de quien disfrute de temas rockeros y melódicos al mismo tiempo, sobre todo de los que han seguido la trayectoria del grupo y ya extrañaban tener algo nuevo de ellos entre manos (me cuento en ese nicho de mercado). Como un reencuentro con amigos viejos y queridos es lo que he sentido al escuchar este CD, lo cual en estos tiempos de cinismo que corren es algo que sin duda agradezco.

LesterStone

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martes, 12 de enero de 2016

Jim O'Rourke - Simple Songs (2015)


Con un ritmo de trabajo tan jodidamente prolífico y un body of work ecléctico y singular, es un poco difícil seguirle la pista y escribir algo que resuma de algún modo la obra de Jim O'Rourke (Chicago, 1969), cuya carrera en la música incluye su faceta más experimental (con una enorme cantidad de álbumes como solista y en colaboración que exploran la electrónica, el jazz, el noise y otros postres), su paso como miembro de Gastr del Sol y Sonic Youth, sus soundtracks para un amplio número de películas, documentales y proyectos multimedia, su faceta de productor en la que trabajó con gente tan diversa como Wilco, Stereolab, Superchunk, Beth Orton, Joanna Newsom y un etcétera bien palomilla, además de su participación en cosas de gente como Thurston Moore, Lee Ranaldo, Merzbow, Fennesz, Nurse With Wound y demás. Aun con tan enfebrecido ritmo de trabajo, habría que hacer un aparte y destacar los álbumes que O' Rourke ha venido grabando desde 1997 para el reputado sello indie Drag City, que exploran una faceta de cantautor quizá más convencional (comparada a sus demás pastruladas, ojo) y que incluye notables trabajos como Eureka y el EP Halfway to a Threeway (ambos de 1999) y Insignificance (2001). Simple Songs (2015) viene a ser la última instancia de esa línea de trabajos enmarcados dentro de un estilo retro/clásico.

Lo de "canciones simples" podría llamar a error, pero no hay que dejarse engañar: con eso deberíamos entender que O'Rourke se aleja del avant-garde y el noise-rock que dominaron su trabajo en la última década y retoma su sobria y estilizada línea de singer-songwriter, la cual abreva en el soft-rock de hace 4 décadas y el chamber-pop con el suficiente nivel de orfebrería musical como para que con cada escucha se revelen nuevos detalles en cuanto a arreglos y sonidos. Al igual que en los mencionados Eureka y Insignificance de hace ya varios años, aquí a Jim se le siente muy cómodo en ese papel de popmeister, con una voz que no destaca en la mezcla (la cual en pasajes se asemeja a la de Cat Stevens) pero que adquiere brío en ciertos momentos, con letras que ironizan sobre las crisis existenciales y personales de un hombre de edad mediana ("Half-Life Crisis", "Hotel Blue"), todo dentro de un marco de arreglos orquestales, sonidos jazzy a lo Steely Dan, páramos ligeramente más rockeros ("Friends with Benefits", "Last Year") y un clasicismo revisionista que me hace recordar un poco al de Beck en Sea Change, con temas que se toman su tiempo para echar a andar (aquel hermoso cierre con "All Your Love"), pero que despliegan de a pocos una especie de encanto nostálgico y nocturno ("End of the Road"). En suma, estamos ante un trabajo notable de O'Rourke, no muy apto para oídos apurados o que estén en busca de modernas sonoridades, pero que es de los que te van capturando de forma discreta, incuban lentamente en el subconsciente e invitan a ser repetidos una y otra vez. Mea culpa y pateadura mental, ya que no lo llegué a escuchar el año pasado, pero ha sido un feliz descubrimiento en este 2016 que recién se va iniciando. Nunca es tarde.

*escribo esto la mañana del 11/01, en la resaca de la muerte del gran David Bowie. Me ha pegado duro la noticia, más de lo que imaginaba. Necesitaba algo que me mantuviera ocupado y no tener que pensar (mucho) en eso y esta reseña cumplió esa función.

LesterStone

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viernes, 8 de enero de 2016

Deradoorian - The Expanding Flower Planet (2015)



Conocía a Angel Deradoorian (Los Angeles, 1986) de su paso por la banda arty Dirty Projectors, durante el cual participó en el notable Bitte Orca (2009), álbum en el que no sólo aparece en la portada, sino en el que su peculiar voz (sumada a las de Amber Coffman y David Longstreth) era buena parte de lo que conformaba el distintivo ADN sonoro del grupo, que fluctuaba en la (no tan) delgada línea que separa el pop y lo experimental. Luego de dejar a DP, se involucró en colaboraciones variopintas con gente tan disímil como The Roots, Flying Lotus, Avey Tare (de Animal Collective) y Brandon Flowers (!), lo que dejaba la puerta abierta para un posible debut en largo (ya había lanzado el EP Mind Raft en el 2009), el cual al final editara el año pasado en el sello indie Anticon. The Expanding Flower Planet deja en claro la ambición de la Deradoorian al ser una placa de carácter ecléctico, aprehensible por instantes y que en otros coquetea con lo avant-garde sobre una base de electrónica, percusiones y sintetizadores diversos, con hipnóticas reminiscencias al kraut-rock setentero ("Beautiful Woman", "Ouneya", "The Invisible Man"), al lado más marciano de lo hecho por notables como Broadcast y Stereolab ("Your Creator", "The Eye" y el tema-título) y uno que otro pasaje en el que se desborda la psicodelia ("Dark Lord", "Grow"). Menciones aparte para "Komodo", de aire barroco/oriental y con un vocal de Angel que haría emocionar a Kate Bush (quizá el momento más "bonito" del álbum en un sentido literal) y para "Violet Minded", el instante más asequible y de mayor aproximación al pop (mi favorito del conjunto), pero al que sin embargo le falta lo que debe tener todo aspirante a hit: un coro para recordar. Creo que es ese último detalle lo que limita un poco el alcance de The Expanding Flower Planet: Deradoorian demuestra personalidad y buen hacer al mezclar sonidos diversos con un nivel de detallismo y excentricidad que la emparenta un poco con féminas modernosas como St. Vincent o tUnE-yArDs, pero su afán de experimentar hace que el disco no tenga picos y se echen en falta temas realmente redondos, por lo que el momentum se ve resentido por tramos (sobre todo en la mitad final). A pesar de aquel reparo personal, ésta es de todos modos una escucha de interés para melómanos de oídos abiertos, sobre todo por la vocación de su autora de no transitar el sendero más fácil (lo cual bien pudo haber hecho) y las virtudes que aquí demuestra, lo cual en próximas entregas y quizá en otro contexto podría resultar en álbumes más logrados y rotundos. Vale la pena igual. 

LesterStone

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martes, 5 de enero de 2016

Titus Andronicus - The Most Lamentable Tragedy (2015)


Las ínfulas arty/conceptuales de Titus Andronicus (banda punk-rock de New Jersey, EU) ya habían quedado patentes desde el memorable The Monitor (2010), álbum cuyas líricas giraban en torno a la Guerra de Secesión americana pero cuyo hilo conductor no resentía el filo de un grupo cuyas canciones uno puede imaginar pogueando en un bar de mala muerte al lado de otros alcoholizados prójimos. Después del más crudo y directo Local Business (2012), la banda retoma la ambición a un nivel incluso más arriesgado que en sus entregas previas: The Most Lamentable Tragedy está pensado como una opera-rock en 5 actos, la cual describe el encuentro de un hombre con su doppelganger -o "gemelo diabólico"- y los hechos que acaecen luego de tal evento (!). Lo que me llama la atención es que para ser un disco doble de 29 tracks (!!) el conjunto genere un alto nivel de atención y el flow no se vea tan lastrado por pasajes solemnes y/o innecesarios que podrían ser obviados sin mayor consecuencia (p. ej: los interludios drone o silentes de 1 minuto, aquel cántico al sol que inicia el tercer acto o el "Auld Lang Syne" que te hace acordar a Pepe Vasquez, no digas que no). Esto se da gracias a que los temas enérgicos y guitarreros son la mayoría en el álbum y están ubicados de forma estratégica ("No Future Triumphant", "Dimed Out", "Fatal Flaw", "I’m Going Insane (Finish Him)", "Into the Void (Filler)"), siendo la excepción "More Perfect Union" y "(S)HE SAID / (S)HE SAID", ambos con 9 minutos de duración (y que para colmo se suceden) pero que muestran cambios rítmicos y estructurales de interés. Otra cosa a señalar es que el formato doble le da la posibilidad al grupo de ampliar un poco su sonido y probar otros elementos dentro de la crudeza en la ejecución que los caracteriza: ahí está el boogie-rock de "Lonely Boy", el vital hardcore de las punzantes "Lookalike" y "Look Alive" y hasta momentos más pop que aún recuerdan en algo a Elvis Costello o a su adorado Bruce Springsteen ("I Lost My Mind (+@ )", "Mr. E. Mann", "Fired Up", "Come On, Siobhán") para comprobarlo. Habría que decir que en un punto los 93 minutos de duración se dejan sentir (es probable que sea un disco complicado de oír en una sola sentada para muchos) y la parte final languidece con el piano-rock de "In Endless Dreaming" y con el confuso acordeón lo-fi y rasposo vocal de "Stable Boy", por lejos la peor canción del álbum y que le da un cierre quizá indigno a una obra con el calibre que The Most Lamentable Tragedy pretendía para sí, aunque hechas las sumas y restas eso no le quita mérito a un disco que en su mayor parte consigue entretetener a pesar de -o quizá por- sus defectos y lo sobreactuado de su premisa, que en otras manos habría resultado en algo pomposo y chirriante pero que aquí podría ser del disfrute hasta de los melómanos rockeros más ajenos a despliegues artísticos de este tipo. En suma, un paso detrás de The Monitor y definitivamente a otros más de los modelos que pretendía imitar (Tommy, Quadrophenia o The Wall, por ejemplo), pero, en este caso concreto, como si las huevas.

LesterStone

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